La actual crisis económica ha puesto en marcha el difícil y poco habitual engranaje de los cambios sociales y políticos. Pensamientos antes más ocultos vuelven a aparecer y a instaurarse en nuestro mundo, poniendo en peligro la seguridad y el bienestar de muchos.
Prueba de ello es la situación vivida en países como Grecia, Italia, Francia y la propia España, donde la sociedad no para de manifestarse desde hace más de un año por unos derechos ya casi imposibles mientras que en sus parlamentos la derecha y ultraderecha cobra cada vez más protagonismo. Algo a priori imparable, pues dicho movimiento tiene al capitalismo como su principal aliado.
Las medidas al respecto son confusas. Se ladra pero no se muerde (aunque no tardarán en hacerlo), se grita en voz baja ante un poder que quiere carecer de oídos. Todos miramos a todos esperando reacciones que posiblemente nunca se lleven a cabo, o se realizarán demasiado tarde.
A medida que los años avanzan la razón de las personas da un paso atrás. Algunos cerramos los ojos esperando que algo bueno ocurra y permita abrírselos a los demás.
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