sábado, 23 de junio de 2012

Cuando los balcones hablan

La siguiente publicación está dedicada a mi amigo Dani.
 
En el Mundial de fútbol del pasado año 2010 pudimos descubrir un nuevo fenómeno social en España. La crisis económica ya era más que un hecho; un periodo de reformas comenzaba también con el Gobierno del PSOE, y los españoles, lejos de luchar, tenían ganas de olvidar.

El circo del pueblo, el fútbol, cayó cual sueño del que no se quería despertar. La sociedad española sufrió de amnesia durante casi un mes, y un gran porcentaje de la población pensaba que éramos el país más próspero de toda la Tierra.

En nuestro primer partido perdimos contra Suiza. Duro varapalo para quien creía que todo iría sobre ruedas. Ya entonces comenzamos a olvidar, y la reforma laboral que fue presentada esa misma mañana apenas tuvo repercusión entre la opinión social. Lo más importante, la noticia del día es que habíamos perdido y que España comenzaba mal su andadura en la máxima competición de fútbol a nivel de selecciones.

Nos volcamos con “la roja”. Colgamos la bandera nacional en nuestros balcones simulando una unión del pueblo para con la Selección, pero esa misma unión no estaba representada frente a los que hasta aquel momento habían sido los mayores recortes sociales de la historia de la democracia. Una vergüenza que admitimos como necesaria, en ningún caso levantando la voz, ni muchísimo menos saliendo a la calle de una forma multitudinaria.

Después de dicho mes España había conseguido un nuevo título deportivo, quizá el más importante de su historia. Pero todo aquí dentro continuaba igual: el Gobierno recortando a diestro y siniestro y la gente perdiendo sus puestos de trabajo. Dos verdades como puños que nos siguen acompañando a día de hoy.

Bueno, sí, también cambió otra cosa: las banderas españolas desaparecieron de nuestros balcone. Hasta hoy. ¿Por qué? No estamos mejor, sino peor que hace dos años. Supongo que tendrá que ver con el insensato patriotismo que despierta el deporte, que nos hace pasar de todo lo demás.
 
Pero vale la pena, ¿o no?

martes, 12 de junio de 2012

Acerca de la deforestación

Una de las mayores amenazadas para la vida del hombre en la Tierra es la deforestación. Esta actividad que implica "desnudar el planeta de sus bosques" y de otros ecosistemas como de su suelo, tiene como resultado un efecto similar al de quemar la piel de un ser humano. ¿Por qué decimos esto? Sin lugar a dudas, los bosques ayudan a mantener el equilibrio ecológico y la biodiversidad, limitan la erosión de las cuencas hidrográficas e influyen en las variaciones del tiempo y en el clima. Asimismo, abastecen a las comunidades rurales de diversos productos, como la madera, alimentos, combustibles, forrajes, fibras o fertilizantes orgánicos.


Causas

La deforestación, como todo proceso tiene sus causas fundamentales. Entre ellas pueden citarse: el cambio del uso del agua para actividades ganaderas y agrícolas, los incendios y enfermedades forestales o la tala incontrolada de árboles. En la actualidad, la deforestación de los bosques tropicales constituye una auténtica amenaza. Si analizamos estadísticamente tasas de deforestación en las distintas áreas ecológicamente importantes (bosques tropicales húmedos, bosques tropicales secos, bosques de llanura, bosques de montaña), se puede concluir que, en los últimos años, este proceso ha resultado mucho más intenso en las zonas secas y semiáridas, especialmente en las montañas.

Esto es comprensible, dado que las áreas de mayor altitud o más secas resultan más adecuadas para la ganadería. Los suelos de estas regiones, en general, son más ricos y fácilmente cultivables que los suelos viejos de las llanuras tropicales, prácticamente lavados de todo tipo de nutrientes. Además de las restricciones agronómicas, hay que tener en cuenta la limitación que supone para la colonización la presencia  de diferentes enfermedades, como la malaria o fiebre amarilla, mucho menos extendidas en zonas de montaña o secas que en áreas húmedas.

Anualmente perdemos trece millones de hectáreas de bosque nativo en el mundo, especialmente los bosques tropicales tanto en Asia, como en África o América. Si nos detenemos en Argentina, se ha producido una importante disminución de la selva de Misiones, Salta y Jujuy. Una de las principales causas de la deforestación es la explotación maderera. En algunos casos se aprovechan las maderas de los árboles nativos y en otros la deforestación se produce para realizar plantaciones forestales. También se tala el bosque, se aprovecha la madera  y luego las tierras se destinan a la agricultura.

Sin lugar a dudas esta actividad genera serios problemas. ¿Por qué? Porque no solo afecta al medio ambiente, sino que también genera problemas sociales, afectando sobre todo a millones de personas que viven en el bosque y que obtienen de ellos sus medios de vida. Si bien existen regulaciones a nivel nacional para evitar la depredación de este recurso, muchas de las empresas no cumplen las normas, explotando los bosques con una intensidad y velocidad que no permite la regeneración de estos bastiones ecológicos.


Cómo combatirla

De acuerdo con las recomendaciones de las Naciones Unidas, existen diversas medidas encaminadas a frenar el proceso de deforestación. Por un lado, los programas forestales de cada país, los cuales deben hacer partícipes a todos los interesados e integrar la conservación y el uso sostenible de los recursos biológicos. Asimismo, las capacidades nacionales de investigación forestal deben mejorarse y crear una red para facilitar el intercambio de información, fomentar la investigación y dar a conocer los resultados de las distintas disciplinas.

Es necesario llevar a cabo estudios que analicen las causas de la deforestación y degradación ambiental en cada país, y debe fomentarse la cooperación en temas de transferencia de tecnología relacionada con los bosques mediante inversiones públicas y privadas, empresas mixtas, etc. Por otro lado, se requieren las mejores tecnologías de evaluación para obtener estimaciones fidedignas de todos los servicios y bienes forestales, en especial los que son objeto de comercio general.

Mejorar el acceso al mercado de los bienes y servicios forestales con la reducción de obstáculos arancelarios y no arancelarios al comercio, constituye otra de las vías posibles, así como la necesidad de hacer un uso más efectivo de los mecanismos financieros existentes, para generar nuevos recursos de financiación a nivel nacional como internacional. Las políticas inversoras deben tener como finalidad atraer las inversiones nacionales, de las comunidades locales y extranjeras para las industrias sostenibles de base forestal, la deforestación, la conservación y la protección de los bosques.

Todas ellas son soluciones válidas, pero ninguna se podría llevar a cabo sin que la gente adquiriera una conciencia humana al respecto que haga parar el ritmo hasta ahora imparable de la deforestación. Somos nosotros quienes debemos actual, pues si dependemos de a quienes esto favorece difícilmente variará.
 

viernes, 8 de junio de 2012

Palabra de Juan Madrid

Durante años me has contado muchas cosas sobre las infinitas maneras de delinquir, de engañar, robar y abusar, pero nunca sobre la otra violencia, la llamada violencia legítima, la que ejerce el Estado o las grandes corporaciones. ¿Te suena lo que te digo? A veces hemos hablado de eso. ¿Te acuerdas?

En realidad la violencia es tan vieja como el mundo, y se equivoca quien piense que hoy está más extendida que ayer o que antes de ayer. Desde el garrote paleolítico a la bomba atómica, creada por pulcros ingenieros, la brutalidad y el desprecio al semejante no ha cesado, se han metamorfoseado. La violencia es legítima, o se la llama así, cuando pretende hacer respetar el orden establecido. Por el contrario, se considera ilegítima la que proviene de individuos que actúan por su cuenta y en su propio beneficio. Esa que tú me has contado tantas veces.

Estoy convencido de que la delincuencia individual funciona como contrapunto de la delincuencia generalizada de los Gobiernos y de las grandes corporaciones que actúan como tales. En todas partes del planeta, los Gobiernos y los "trusts" económicos contaminan, roban, avasallan a las minorías, declaran guerras, aplacan sublevaciones, reprimen a sus opositores, encarcelan, torturan y matan, complan silencios y complicidades, engañan y extorsionan. A veces, cada vez menos, estas prácticas aparecen, en parte, denunciadas en alguna prensa y en libros. Pero nadie, o muy poca gente, parece darse cuenta. Estamos todos embrutecidos, muy entretenidos intentando sobrevivir en esta jungla, atareados viendo la tele y consumiendo los productos que una hábil publicidad nos hace comprar, ya sean coches, casas con piscina, libros o zapatos de marca.

Todo eso, querido amigo, lo hacen con la pretensión de hacernos olvidar que detrás de esa violencia institucionalizada apenas se esconde una brutal explotación que ha conducido a que un tercio de la población mundial viva en la más extrema pobreza.

Juan Madrid
"Adiós, princesa"

Todo un ejemplo de que las novelas policíacas están claramente infravaloradas.
 

domingo, 3 de junio de 2012

El hombre contra el tanque


Dicha imagen fue captada el pasado 5 de junio de 1989, por lo que pasado mañana cumplirá veintitrés años. Además de ser llamado "El Hombre del Tanque" también se le conoció como "El Rebelde Desconocido", o al menos eso dice nuestra querida Wikipedia. El caso es que su verdadero nombre era Wang Weilin, y digo era porque varias fuentes indican que dos semanas más tarde de su conocida actuación fue ejecutado de mala e injusta manera.

No hablaré de su vida cual periodista entusiasmado por plasmar algún dato respecto a una imagen que dio y sigue dando vueltas al mundo, no. Tan solo quería reverenciar su actuación contra lo que todos deberíamos actuar. La primera vez que la vi tendría yo unos trece años, y me creí lo primero que me contaron (que había muerto atropellado y aplastado por el tanque que tiene a pocos centímetros de su cuerpo) en vez de buscar la información por mi lado. Cuando la encontré me quedé aún más impresionado.

Wang Weilin, reconocido como una de las cien personas más influyentes de la historia. Todo un ejemplo, sin duda. Lo menos que podía hacer era concederle un pequeño homenaje en Somos Parte.