jueves, 30 de agosto de 2012

Río+20 y la dichosa economía verde

Hace unos días pensé en escribir un breve resumen acerca de la Conferencia de Naciones Unidas sobre Desarrollo Sostenible Río+20 celebrada en la ciudad de Río de Janeiro (Brasil) entre los pasados días 20 y 22 de junio del 2012. No obstante, buscando información sobre la misma me encontré con un texto publicado por parte de Ecologistas en Acción con fecha del día 22/06/2012. Después de leerlo y revisarlo decidí estar totalmente de acuerdo con el mismo, por lo que, en vez de escribir yo uno parecido, decidí simplemente transcribirlo para que todos vosotros también podáis leerlo. Pues eso, con él os dejo:
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El texto de Río+20 es débil, pero aunque hubiera reflejado más acuerdos también habría sido un texto incapaz de guiar el cambio necesario. En Río 92 la lectura que se hizo ya era equivocada, al pensar que para alcanzar la sostenibilidad ambiental y la equidad social hacía falta más crecimiento económico. El texto aprobado hoy vuelve a hacer continuos llamamientos a la necesidad de un crecimiento económico continuado cometiendo nuevamente el error de ubicar el crecimiento en el lado de las soluciones en lugar de en el de las causas.
 
 
El texto llega a afirmar que el desarrollo sostenible no se ha conseguido porque toda una serie de crisis alimentaria, económica, financiera, etc. lo han impedido. Como si estas crisis fueran una especie de desastres naturales sobrevenidos y no estuvieran directamente provocados por un sistema de acumulación y concentración creciente de la riqueza que se llama capitalismo. "No es posible el crecimiento económico ilimitado en un planeta con recursos limitados" afirma Erika González, portavoz de la Alianza "¿Economía verde? ¡Futuro imposible!". Esta es la verdad incómoda que los líderes mundiales se empeñan en no mirar a la cara.
 
Algunas ONG se lamentan de que el texto no haya logrado introducir un concepto fuerte de economía verde como motor principal para el desarrollo sostenible. Desde la Alianza "¿Economía verde? ¡Futuro imposible!" no lo lamentan. "La economía verde representa la última coartada del capitalismo para incorporar al mercado los bienes naturales y las funciones ecosistémicas. Pero tampoco tenemos motivos para alegrarnos de que no haya una definición de economía verde como la que pretendían los países industrializados, los grandes promotores de la idea. El capitalismo verde seguirá, a pesar de Río+20, su curso en la agenda de las grandes corporaciones que la promueven y que se beneficiarán de ella, aunque no hayan conseguido el marchamo de oficialidad que buscaban en esta conferencia" sigue explicando Erika González.
 
Si algo ha dejado en evidencia Río+20 es el poder creciente que tienen las empresas transnacionales para priorizar sus agendas políticas y económicas con el apoyo de los gobiernos nacionales y las instituciones internacionales. En esa misma lógica también se pone en evidencia la decreciente voluntad política que tienen los gobiernos para defender el interés público y lo común. La economía verde no es una economía que trabaje para la conservación del Planeta y la equidad de las personas. "De lo que se trata es de que las grandes empresas transnacionales se apropien de los bosques, las tierras, la biodiversidad, etc., para crear nuevos mercados y gestionar, lucrándose, no solo esos recursos sino también las propias funciones que los ecosistemas realizan hoy de forma gratuita, como la captación de carbono, la depuración del agua, la regulación del clima..." denuncia Samuel Martín-Sosa.
 
Las Naciones Unidas defienden que el proceso ha sido transparente y participativo, pero eso es falso. La participación no es aparentar un diálogo que no existe, sino que implica ceder poder de decisión. La Conferencia Oficial, sin embargo, ha sido sorda a lo que acontecía a escasos kilómetros en la Cumbre de los Pueblos, donde miles de personas clamaban por un cambio de paradigma ante la crisis civilizatoria global en la que nos encontramos. "Desde la sociedad civil hemos denunciado las estrechas relaciones entre las corporaciones y los gobiernos y el propio sistema de Naciones Unidas, que ponen en entredicho su legitimidad" concluye Samuel Martín-Sosa.
 
Nunca antes las Naciones Unidas habían sido un espacio tan débil y cuestionado. Nunca antes los gobiernos habían demostrado tamaña falta de capacidad política. Hace veinte años los gobiernos parecían, al menos, convencidos de que había que hacer algo urgente para solucionar la crisis social y ambiental. Ahora la sensación que transmiten a los ciudadanos es la que no son ellos los que toman las decisiones y que eso les impide llegar a posicionamientos fuertes. ¿A quién representan las Naciones Unidas?
 
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Quería finalizar proponiéndoos la lectura de una entrada que yo mismo escribí en su día. Está relacionada con las llamadas Cumbres de la Tierra y, por tanto, también con el desarrollo sostenible. Un teatro con malos actores:
 
 

domingo, 5 de agosto de 2012

La doctrina del shock

El siguiente documental, basado en el libro de Naomi Klein La doctrina del shock, narra la forma en la que los llamados "Chicago Boys" de Milton Friedman utilizaron el descubrimiento de los electroshock de la Psicología para borrar los recuerdos y regresar al sujeto a un estado infantil, y poder reescribir su historia. Lo trasladan al contexto socio-económico de los países en vías de desarrollo para propinar shocks económicos (subida de impuestos, eliminación de subsidios y políticas sociales, aumento de precios...), y así permitir mejor saquear los recursos naturales y enriquecer a las naciones que los han propinado.

En mi opinión, en este documental se consigue plasmar la verdadera razón por la que, desde La Gran Depresión de 1929, se han sucedido diversos conflictos armados (Chile, Argentina, Rusia, Afganistán o Iraq son buenos ejemplos de lo que escribo). Ello, unido a una gran persecución contra el marxismo en pro de los ricos sobre los pobres, nos lleva a comprobar la importancia política y social de la Economía durante el último siglo, y a ver cómo el conocido libre mercado propagado por la llamada Escuela de Chicago ha ocupado en mayúsculas las portadas de nuestra historia.