sábado, 12 de diciembre de 2015

El negocio de la sangre

Escribir sobre Medio Ambiente es sinónimo de hacerlo sobre nuestra salud. Nosotros/as, animales de carne, hueso y vísceras; con una capacidad de raciocinio que a menudo brilla por su ausencia.

Al ser humano se le atribuye una capacidad altruista que parece quedar oculta cada vez más por el egoísmo. En una sociedad de competición, del todos/as contra todos/as, la gente termina olvidando que su bienestar depende a su vez del bienestar del resto. No obstante, aún existe una acción por la que no se pide algo a cambio, y esa es la donación de sangre.


El primer caso de donación de sangre data del siglo XV. Se le atribuye a la maldad del papa Inocencio VIII. El pontífice cayó enfermo, y se le administró la sangre de tres niños por vía oral, resultando muertos ellos sin que pudieran salvarle. Lamentable.

Hasta el año 1628, el británico William Harvey no descubrió la circulación de la sangre, y no fue hasta 1818 cuando se practicaron las primeras transfusiones entre seres humanos (después de varios intentos fallidos a través de animales). En 1936, coincidiendo con el inicio de la Guerra Civil en España, nacen las transfusiones de sangre en nuestro país; pero una vez se asocia al SIDA con el VIH (1984), las mismas por fin son controladas científicamente como es debido.


Continuando con nuestro país, debo de aclarar que en el ya pasado siglo XX una persona cobraba a cambio de donar su sangre. Teniendo en cuenta el contexto de pobreza en la postguerra, os podéis imaginar la cantidad de enfermedades que se asociaban al déficit de sangre en el cuerpo de un individuo. Por suerte, dicha gratificación fue suprimida, dejando el protagonismo a bondad y a la generosidad de la gente.

Hoy en día, dicha generosidad está en riesgo, y desde esta humilde página me veo en la necesidad de denunciar que la Cruz Roja es la principal responsable de ello.

La Comunidad de Madrid (donde yo resido, por cierto) acordó hace aproximadamente un año y medio con esta ONG que la misma se encargaría de llevar a cabo las donaciones en la calle, es decir, en los autobuses que normalmente vemos. Cruz Roja recibe 67€ a cambio de cada bolsa de sangre (algo menos de medio litro de capacidad) que entrega al servicio público, y que no solo le sirve para costear sus medios (lo cual entiendo), sino también para su lucro. Esto no dice mucho a favor de una organización donde muchos/as voluntarios/as trabajan horas y horas sin cobrar, la verdad.


La medida ha provocado que algunos movimientos, e incluso ayuntamientos como el de San Fernando de Henares y el de Mejorada del Campo, no permitan operar a estos autobuses en los municipios. Una medida con la que se puede estar más o menos de acuerdo, pero que no oculta el problema de base que existe: cada vez somos más personas, y por tanto cada vez se necesita más sangre; y el Banco de Sangre la echa considerablemente en falta.

Como conclusión, primeramente diré que no pretendo demonizar a una ONG a la que le reconozco muchas y muy importantes acciones, pero considero que deberían de rectificar en este hecho. Asimismo, también recordaré que la convivencia no solo es necesaria a la hora de buscar la prosperidad económica y responsable con el Medio Ambiente de todos/as, sino sobre todo para buscar nuestra educación y nuestra supervivencia. Teniendo en cuenta esto último, todos los demás debates carecen de importancia.

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