viernes, 5 de febrero de 2016

COP21, otra cumbre más

El pasado día 11 de diciembre del 2015 terminó en París la XXI Conferencia sobre el Cambio Climático. A ella acudieron representantes de 195 países, y participaron más de 40.000 personas. Un récord histórico que preveía la posibilidad de alcanzar un gran acuerdo para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero a la atmósfera.

El caso es que dicho acuerdo fue alcanzado, sorprendiendo a muchos/as, pero siendo insuficiente para un planeta donde la humanidad parece tener los siglos contados. Un acuerdo que, no entiendo por qué, no se pondrá en práctica hasta el próximo año 2020. Como si nos sobraran los años, vaya.


Hace tiempo publiqué un artículo en el que detallaba lo conseguido en las anteriores Cumbres del Clima: Un teatro con malos actores. Prácticamente nada. Tan solo el postureo que un país, como si fuera una empresa privada, realiza para adquirir una buena reputación que le presuponga la conciencia de la que carece. El fin es claramente económico: intensificar sus exportaciones y, por tanto, así beneficiar a su economía. Ese crecimiento infinito que tiene como única explicación la naturaleza instintiva del ser humano: "lo que más ansía el/la poderoso/a es conseguir más poder".


El papel tanto de China como de EEUU era crucial en esta reunión. Son los países del mundo con mayores emisiones de CO2 a la atmósfera, y que no cumplieron con el objetivo que un 'cobarde' Protocolo de Kyoto les propuso (EEUU ni lo ratificó). Algo que España sí consiguió a través de su compra de emisiones a países del este de Europa. Sí, un lamentable mercado de contaminación.

Considero que un aspecto crucial en este tipo de negociaciones es el que abarcan las sanciones por incumplimiento. Dichas sanciones, en relación con los beneficios que aportan saltarse los acuerdos alcanzados, resultan irrisorias. Si consigues 50 y te multan con 10, tratarás de conseguir más veces 50. Pues bien, la COP21 le concede la responsabilidad sobre todo al sector privado, el cual tiene una historia de preocuparse más por sus intereses particulares que por el bienestar global.

Estas son algunas de las medidas pactadas:

- Mantener la temperatura media anual muy por debajo de los 2ºC respecto a los niveles preindustriales (2ºC ya son demasiados).

- 187 de los 195 países se han comprometido a luchar contra el cambio climático (cuánta ambigüedad).

- Limitar las emisiones a la atmósfera tan pronto como sea posible (más ambigüedad).

- Financiar la mitigación y la adaptación en los estados en desarrollo (a los cuales se les continúa empobreciendo).

Todo ello tiene un carácter vinculante, y será revisado cada cinco años.


Es inevitable, a su vez, no hablar de conflictos armados (de guerras, vamos) en el contexto social actual. También hace tiempo que escribí Guerra también ambiental, una pequeña reflexión acerca de cómo estas afectaban al planeta. Es ridículo, por tanto, pensar que la posición de Francia en la COP21 es sincera, cuando sus bombardeos sobre Siria no cesan, e incluso se verán incrementados.

En definitiva, podemos afirmar que el ser humano está lleno de contradicciones. Tan solo me queda añadir una frase de Jonas Salk al respecto: "si desaparecieran todos los insectos de la Tierra, en menos de cincuenta años desaparecería toda la vida. Si todos los seres humanos desparecieran de la Tierra, en menos de cincuenta años todas las formas de vida florecerían".

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